Ciclista del mundo: partió de Uruguay hacia Alaska; hoy, cruza Matehuala, S. L.P.

Hace 4 años, Tabaré Alonso salió de su natal ciudad en América del Sur, para iniciar una aventura de ensueño: partir  en bicicleta desde Uruguay y llegar a la zona norte de Alaska, muy cerca del polo geográfico del mundo.

Es joven, aguerrido y está convencido de que todo empieza con la seguridad en uno mismo, para dar el primer pedalazo y llegar a cumplir tu sueño.

Tabaré recuerda que la única razón que tuvo para emprender este peculiar viaje, fue una temporada de estrés que vivió y las ganas de conocer su país: Uruguay, pero al ser muy pequeño y conocerlo en una semana y media, se puso como meta, llegar a Alaska lo más pronto posible, pero movilizándose en una bicicleta común que le costó 1500 o 1800 pesos.

Es su medio de transporte y el que ha cobijado sus penas, sus alegrías, anécdotas y su sobrevivencia, la cual llama América, en referencia a todo su recorrido, pero señala que hace poco la bautizaron como «la perrona», unos compañeros de viaje. «La bicicleta, aparte de que te pone a prueba, te enseña, te muestra lo que tu puedes, creo que es un ejercicio muy bonito y con ella se logra una hermandad muy bonita con la gente».

La Perrona es rodada 26, no tiene frenos y con ella transporta dos mochilas, en las que guarda la mínima cantidad de comida, artículos personales como jabón, gel, crema; en otra guarda una chamarra, algo de ropa y unas copias de su libro.

Hace unos días llegó al municipio de Matehuala, en San Luis Potosí, proveniente de Charcas, previo a estar en la Ciudad de México. Dijo que el siguiente destino es Monterrey, después a Monclova, en Chihuahua y finalmente  Tijuana, donde espera estar en unos dos meses, aproximadamente.

Durante su viaje, y hasta el día de hoy, a recorrido alrededor de 30 mil kilómetros, decenas de países e infinidad de pueblos y ciudades, en los cuales ha aprendido diversos oficios como albañilería, pintura, carpintería, entre otros, con lo que ha obtenido ingresos para sustentar su viaje y «sobrevivir», como él lo indica.

También expresa que ha aprendido el idioma portugués y quiere dominar el inglés; confía en que pronto lo haga cuando cruce Estados Unidos y esté más cerca de pisar Alaska.

Sobre su libro, Tabaré recuerda con nostalgia que lo escribió mientras estaba en Puebla, en donde la pandemia alcanzó su máximo nivel de contagios y tuvo que estar resguardado, tiempo que usó para escribir experiencias, relatos y describir el paso de los días en bicicleta, por lugares desconocidos y a los cuales jamás regresará. Destaca en su libro algunos peligros a los que estuvo expuesto, como la picadura de una serpiente, el hambre, el frío, pero también la calidez de las personas. Con la venta de su libro sigue subsistiendo, aunque en otras ocasiones lo regala.

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